Pepe confiesa que había pensado simplemente en restaurar la CB a su estado original modificando lo mínimo pero una visita a una carrera de clásicas en Eastern Creek le hizo caer lócamente enamorado de las Café Racer y la era rebelde que representan. Así comenzó esta aventura con la Honda desde el salón de su apartamento.
Cuenta que no tenía ningún plan en mente y quizá sea esa la razón por la que ha quedado tan limpia y minimalista. Muchos de los grandes logros de las dos ruedas surgen de forma inesperada y sin planteamientos previos; que bonita y admirable es la improvisación cuando sale de una cabeza con buenas ideas.
Ya inspirado en los diseños que trabaja la gente de Armadillo se puso manos a la obra. El primer problema vino al comprobar como la tija estaba para tirar a la basura y al no encontrar por ninguna parte un repuesto válido. Entonces apareció Jay de Sydney Motorcycle Wrecker que se lo vendía con la condición de que se llevara también un chasis mugriento.
Pepe se declinó por esta gama de colores en la chapa por ser completamente atemporal y por el del sillín por recomendación de su compañero de piso, que recordemos estaba aguantando tener un garaje en el salón de casa. Ha quedado una moto especial llena de encanto e historia con la que disfrutar saliendo a dar paseos o simplemente como el mejor adorno de ese apartamento en Sydney que tanto habrá sufrido.
fuente:pipeburn